Literatura

Analiza libro impacto de las migraciones en México

La publicación refiere las causas y consecuencias del arribo de extranjeros al país, desde el porfiriato hasta principios de la Revolución Mexicana (1880-1914)

Durante el gobierno de Manuel González y las sucesivas administraciones de Porfirio Díaz, así como en el inicio del movimiento revolucionario (1880-1914), en México se llevaron a cabo diversas modificaciones en las políticas migratorias encaminadas a dar mayor apertura a la inversión extranjera, pues se pensaba que esto facilitaría el proceso de modernización de la República.

Lo anterior derivó en el arribo de grandes flujos de inmigrantes, cuya cultura produjo efectos en la vida económica, social y política de México, como lo refiere la historiadora Delia Salazar, autora del libro Las cuentas de los sueños. La presencia extranjera en México a través de las estadísticas nacionales 1880-1914, que se presentará el próximo 11 de agosto, en la Dirección de Estudios Históricos (DEH).

Dicha publicación, coeditada por los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y de Migración (INM), “atiende de manera profunda las causas y consecuencias migratorias en México durante ese lapso, a partir del estudio de censos y registros de movimientos portuarios de esa época, lo que permite hacer un análisis del desarrollo de las comunidades extranjeras en México; desde la gran diversidad de nacionalidades de origen, y las diferentes regiones en las que se asentaron”, explicó la investigadora de la DEH.

“De 1880 a 1914 —refirió—, fue el periodo de mayor apertura gubernamental para el aumento de los flujos migratorios en el país, pues fue el momento en que emigrantes europeos y asiáticos tuvieron una gran incidencia en México, tanto en su economía, industrias, comercio, actividades ferroviarias y petroleras, así como un gran impacto cultural, educativo y de salubridad, principalmente con la creación de colegios y hospitales.”

En este sentido, Salazar destacó el gran número de maestros foráneos —principalmente franceses y españoles—, que establecieron varios institutos, como los colegios Franco-Mexicano, Franco-Inglés, La Salle, el Liceo Fournier, el Madrid, o el liceo alemán Alexander von Humboldt, en los cuales estudiaba la elite mexicana.

Otro ejemplo del impacto de la migración extranjera en México, fue la influencia de la arquitectura italiana en el Palacio de Bellas Artes (antes Teatro Nacional), creado por el arquitecto Adamo Boari; y las nuevas creencias religiosas, con las iglesias protestantes, entre las que destacaron las metodistas, que tuvieron mayor presencia en esa época.

La historiadora del INAH abundó que en dicho lapso de apertura de las políticas migratorias mexicanas, se registró la mayor presencia de griegos, británicos, alemanes, libaneses, turcos, judíos, chinos, japoneses, coreanos; así como de estadounidenses, canadienses, guatemaltecos, beliceños y cubanos, estos últimos cinco representaron 50 por ciento de los inmigrantes en nuestro país en ese momento.

Delia Salazar destacó dos grupos de extranjeros que en México tuvieron un desarrollo contrastante: los españoles y los chinos. Los primeros fueron los de mayor distribución y presencia en el país, al mezclarse con la población mexicana, y con ello acrecentar el mestizaje, desde su llegada en 1521 durante la colonización hasta los años setenta del siglo XX; además, tuvieron una fuerte influencia religiosa y política, a través del catolicismo y al gobernar la Nueva España cerca de tres centurias, respectivamente.

En cuanto a los chinos, la historiadora indicó que fue uno de los grupos más discriminados por la población mexicana —desde su llegada en los años ochenta—, “principalmente por la diferencia cultural, ideológica y espiritual respecto a las nuestras, además que significaron una verdadera competencia laboral, puesto que eran sociedades modestas que se contrataban por muy bajos salarios”.

Al respecto, abundó que además algunos mexicanos concebían a los chinos como portadores de infecciones, y como una raza inferior sometida a explotación. “Hubo hacia ellos actos de xenofobia, como se reflejó en asesinatos y manifestaciones contra esa comunidad asiática; ejemplo de ello fue la matanza en Torreón, del 13 al 15 de mayo de 1911, durante la entrada de las tropas maderistas a esa ciudad.”

La historiadora Delia Salazar puntualizó que este tipo de ideas no fueron extensivas para todos los extranjeros. “Los ciudadanos europeos y del norte de América eran la viva imagen de los inmigrantes ideales, es decir, aquellos que eran cultos, con proyectos económicos, comerciales y culturales de interés, que potencialmente podían llevar a México hacia una modernización más rápida.”

Éstos llegaron motivados por el deseo de extender sus inversiones en México. Su llegada se incrementó por el desarrollo de la navegación y el transporte, y así muchos extranjeros arribaron al país para buscar fortuna, expandiendo sus productos y mercados, o establecer factorías.

Cabe mencionar que dichos grupos (integrados por europeos, estadounidenses y canadienses) se asentaron particularmente en los puertos, en la frontera norte, en las regiones donde se realizaran desarrollos ferroviarios, y en las principales capitales de algunos estados, como Veracruz, Jalisco, y principalmente el Distrito Federal.

Incluso, dijo, estos grupos de extranjeros se vieron beneficiados durante el porfiriato con ciertos privilegios en materia legislativa, como fueron las modificaciones a las leyes de inmigración, que eliminaron el requisito de poseer la llamada “carta de seguridad” —que servía como pasaporte—, para que la entrada de inmigrantes no fuera restringida.

Además, a través de las leyes de colonización y terrenos baldíos en México, y las relativas a la minería, obtuvieron facilidades para la adquisición de terrenos, yacimientos y concesiones para la exploración y explotación del petróleo.

“Por otra parte, libaneses, sirios, judíos y otros pueblos de oriente salieron de sus países hacia México, huyendo de movimientos excluyentes y discriminatorios en su contra, por lo que su llegada fue más un acto de sobrevivencia, aunque también por la búsqueda de progreso económico”, señaló la historiadora Delia Salazar.

“Considero que 1914 —año de lucha de facciones por el poder en México— fue el momento de mayor repatriación de distintos extranjeros residentes en el país, para proteger sus vidas y negocios de las diferentes luchas internas en la República, mismas que provocaban constantes tomas de haciendas, ingenios y centros fabriles por las tropas zapatistas en Morelos, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y Estado de México, así como por los enfrentamientos entre las tropas villistas y constitucionalistas al norte del país.”

Asimismo, abundó, impulsados por el patriotismo, muchos extranjeros atendieron el llamado de sus países de origen para participar en su defensa durante la Primera Guerra Mundial. Otros tantos fueron exiliados tras apoyar al porfiriato y al movimiento huertista.

La publicación contiene un atlas geográfico con 45 mapas, que explica estadísticamente y por regiones los movimientos migratorios en el país, según los censos de 1895, 1900 y 1910.

Los investigadores que comentarán dicho libro durante su presentación, en la DEH, a las 19:00 horas, serán Dolores Morales, historiadora de la Dirección de Estudios Históricos; el sociólogo Carlos Martínez Assad, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM; Ernesto Rodríguez Chávez, director del Centro de Estudios Migratorios, y Salvador Beltrán del Río, comisionado del Instituto Nacional de Migración.

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