Embajadas

Ofrece embajador iraní festejo en su residencia

“La diplomacia debe tener la capacidad de resolver las dificultades de las relaciones exteriores”, afirma embajador Kalantari

Texto y fotos: Luis Felipe Hernández Beltrán

Jalal Kalantari, embajador de Irán
Jalal Kalantari, embajador de Irán

El embajador iraní en México, Jalal Kalantari, recibe en la puerta de su residencia con abrazos a los hombres y se lleva la mano al pecho para saludar de esa manera a las mujeres. Eso era solo el inicio del tarof (forma de llamarle a los protocolos de convivencia iraníes), pues al momento de adentrarnos en la residencia del diplomático, había que disfrutar el sentirse, aunque haya sido por poco tiempo y en territorio mexicano, iraní.

La breve transformación se va sintiendo cuando se pisan las enormes alfombras persas y el convivir con mujeres que, en su mayoría, portan el tradicional hijab, el velo que cubre su cabeza.

Las charolas que ofrecen las bebidas lucen repletas de vasos con jugo y agua natural. Los meseros, muy discretamente, responden a la osadía de quienes piden una copa de vino o alguna bebida alcohólica: “No joven, en Irán no se toma alcohol”.

De repente, uno vuelve a sentirse en México al escuchar las notas de nuestro himno nacional, pero cambia repentinamente cuando seguido comienza a escucharse el himno iraní, destacando la actitud de los iraníes radicados en nuestro país, al llevarse la mano al corazón y por momentos cerrando los ojos.

El diplomático iraní les habla en español a sus invitados, remarca el triunfo de la revolución de la República Islámica de Irán en 1979; destacando que la nación asiática siempre ha estado a favor de la lógica y el diálogo resaltando que la diplomacia debe de tener la capacidad de resolver las dificultades de las relaciones exteriores.

También dedica palabras a enaltecer la relación con México, país con el que se encuentra en constante intercambio de relaciones culturales y académicas. Pero no puede dejar atrás el hablarle en farsi (idioma de Irán) a sus paisanos radicados en México, mismos que sonreían al escuchar las palabras.

Al término de la alocución, la mesa está servida, un suculento bufé de comida iraní en el que sobresale el kebab (carne de cordero) y el abgusht (caldillo de alubias y trozos de carne de cordero), listos para ser disfrutados por los asistentes.

Al salir de la residencia, uno vuelve a ser mexicano con el simple hecho de sentir el clima cambiante y el tráfico de la Ciudad de México… Irán, había quedado adentro de la residencia del embajador Kalantari.

Revista Protocolo

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